SI QUIERES UN VESTIDAZO DE FIESTA, CENICIENTA, NECESITAS UN PATRÓN.

O un hada madrina a tu servicio, pero ya lo he consultado y parece que escasean.

¿Que de qué te estoy hablando? Pues de principios, de piedras angulares y de hilvanes para construir lo que sea que vayas a hacer.

Cuando empecé a dedicarme a esto de ser ilustradora, lo cierto es que no tenía ni idea de cómo hacer casi nada. Sencillamente sabía dibujar, me gustaba leer y quería combinar ambas cosas. Como si algo así pudiese darse por arte de magia, con un simple chasquido de dedos.

“Abra cadabra, pata de cabra, convierte esta idea en un libro que se abra”.

Pues no, ya te digo yo que la cosa no va así. Con el tiempo he descubierto que, cuando una emprende la tarea de poner en pie una historia, es más que necesario ser ordenada y tener una base sólida sobre la que construir.

En caso de que lo que pretendamos sea ilustrar un libro, no podemos prescindir del storyboard o guión gráfico, salvo que queramos trabajar desde el caos más absoluto.

Según la RAE, un guión es el “escrito en que breve y ordenadamente se han apuntado algunas ideas o cosas con objeto de que sirva de guía para determinado fin“. Es decir, un plan esquemático que nos ayudará a no perdernos en el momento de desarrollar una obra.

Un guión gráfico es, en definitiva, ese croquis que nos va a dar una idea previa muy básica pero muy útil de cómo será nuestro libro, cómic o película. Y todo esto a vista de pájaro:

Storyboard de Arenitas en la piel

Pongamos que lo que quieres hacer es un álbum ilustrado. En ese caso, antes de ponerte a trabajar en el story, has de tener cierta información que va a ser condicionante a la hora de darle forma. Como, por ejemplo, el número de páginas que va a tener el libro, el formato, el volumen de texto si lo hubiese, el espacio que tienes para ilustrar, etc.

Si estás trabajando en un encargo, es importante que la persona/editorial que te contrata te aclare todos estos detalles antes de empezar. Si, por el contrario, se trata de un proyecto personal, no estaría de más contactar con alguna imprenta para pedir presupuesto y despejar todas las dudas técnicas que puedas tener antes de meterte en faena.

No es que haya formatos imposibles o prohibidos pero, según el aprovechamiento que se haga del papel, te saldrá más o menos económico y podrás imprimir un mayor o menor número de ejemplares.

El número de páginas podría rondar entre 24 y 48, aunque el más habitual para el formato álbum es el de 32. Y eso es por otra razón técnica que tiene que ver con el plegado del papel y la distribución de los cuadernillos.

Por norma general, las imprentas suelen dividir estos pliegos de 32 páginas en 4 cuadernillos de 8 páginas o 2 cuadernillos de 16. Así que, en caso de que con 32 páginas no tengas suficiente para desarrollar tu historia, tendrás que irte a las 40 páginas, después a 48 y así sucesivamente. O al menos pensar en múltiplos de 4.

Tranqui, conozco esa sensación, yo también soy de letras.

Si nos basta con las 32, tenemos que tener en cuenta que la página número 1 corresponderá a la cubierta y la 32 a la contracubierta. Las páginas 2 y 3 y 30 y 31 serán las guardas. La página 4 la reservaremos para los créditos y la 5 será la portadilla en la que se imprimirá de nuevo el título del libro (que también podría ir acompañado de un pequeño detalle ilustrado). Total, que nos quedan 12 dobles páginas para trabajar las ilustraciones y para encajar el texto. Y no pasa nada si tu historia se desarrolla en 10 u 11 dobles páginas y no rellenas todos esos “huecos”, porque para eso se inventaron las estupendas hojas de cortesía, que son esas páginas en blanco que a veces se incluyen antes o después de las guardas (está tó inventao).

Una vez aclarado esto, ya tendríamos el “esqueleto” preparado para trabajar en nuestro story.

Ventajas que aporta el desarrollo de este guión gráfico:

– Te permite elevar “el dron” y posicionarte ante un resumen completo de lo que va a ser tu libro.

– Puedes controlar el ritmo de la historia para huir de la monotonía y las imágenes o enfoques “repetidos”.

– Se pueden probar tantas estrategias como uno quiera para desarrollar la narración hasta dar con la mejor opción, de manera rápida y sencilla.

– No hay que preocuparse por la limpieza o el nivel de dibujo. Lo importante es que tú te aclares. Quedan permitidas las gomas de borrar, los tachones y los comentarios en los márgenes.

– Es mucho más fácil conseguir una buena composición trabajando en modo esquemático y en un formato tan reducido.

– Te facilita infinitamente la fase posterior, la de trabajar los bocetos y maquetar.

Inconvenientes:

– Absolutamente ninguno.

Conclusión:

Póntelo fácil y dedica las horas que sean necesarias a armarte esta chuleta gráfica. Verás que cuando la tengas en tu poder el libro ya estará “hecho”.

2 Comments

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Angelareply
May 23, 2022 at 10:08 am

De aquí a los video-tutoriales: un paso!
👏👏

María Simavillareply
May 23, 2022 at 10:13 am
– In reply to: Angela

Jaja! Por qué no. Todo se andará!

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